Una entrevista publicada, o no, hace algún tiempo
1. ¿Te parece que la predisposición del “público” por
cuestiones filosóficas, por reflexionar y pensar en esos términos, es más o
menos constante, o varía de manera significativa en el tiempo?
Me pregunto más
bien de qué se habla cuando se dice “predisposición del público por cuestiones
filosóficas”. Es decir: ¿por qué pensar que hay una predisposición a pensar o a
reflexionar, una especie de necesidad insatisfecha de filosofía que se abastece
con un producto o un servicio o una commodity
llamada, precisamente, filosofía?
Habría que pensar, mejor quizás, que la filosofía tendría más que ver con
entender que esa reflexión o ese pensamiento no están de ninguna manera
instalados en las personas, que nadie piensa espontáneamente, que el
pensamiento surge de algún tipo de exceso o de falta, de una falla o una
catástrofe. Entonces, quizás, lo filosófico es hacer aparecer esa necesidad o
esa tendencia a pensar, que se asociaría, para el caso, con cierta tendencia a
subvertir, a destruir o a criticar.
2. Vos hiciste divulgación filosófica. ¿Lo seguís
haciendo o estás completamente dedicado al pensamiento y a la producción
bibliográfica? Te pregunto esto porque leí hace un tiempo (creo que en
Hemisferio Izquierdo) que dabas clases en tu casa.
No considero
haber hecho divulgación filosófica. Ni en los libros ni en los artículos ni en
el programa de tele. No era mi intención. Si no salió bien, pido disculpas. Mi
idea siempre estuvo más cerca de dar a entender al mundo o a la realidad como
algo más bien del orden de lo pensable o decible que como algo del orden de lo
vivible o lo experienciable, por así decirlo. Para usar una fórmula que no me
satisface en absoluto, en la tele la idea era hacer “crítica cultural” y no
divulgar un cuerpo institucional más o menos estable de saber. Y sigo fiel a
esa idea. Doy clases desde hace muchos años. Coordino seminarios
extracurriculares sin ningún tipo de valor de cambio para el que asiste. La
experiencia es fundamental, al punto en que no puedo entender ni entenderme al
margen de ella. En los grupos hay médicos, obreros, sociólogos, psicólogos,
artistas, personas que no han terminado secundaria. Todo allí, reunido en torno
al malentendido necesario de leer y pensar, por decir algo, a Platón, a Hegel,
a Marx, a Lacan, a Benjamin, de tomar los asuntos del mundo contemporáneo, la
política, la economía, la tecnología, la ciencia, la religión, no como cosas u
objetos dados sino como formas objetivas criticables del pensamiento y del
lenguaje. En ese ejercicio crítico está la práctica negativa de la filosofía.
3. ¿Por dónde hay que empezar cuando uno descubre que
le interesan las cuestiones filosóficas? ¿Qué pensadores o libros pueden ser un
buen punto de partido?
No es tan relevante.
Aunque puedo tomar partido e insistir en el asunto de que si la filosofía es
tomada menos como un cuerpo de saberes neutros o contemplativos que persigue
las eternas verdades fundamentales del ser o del espíritu, que como algún tipo
de práctica del pensamiento o de la escritura que surge de un daño o de un
trauma alojado en la propia historia (la historia occidental, para el caso, esa
que tiene nuestra edad y nuestra biografía), entonces la propia práctica
dibujará sus antecedentes après-coup.
Y la praxis crítica de la escritura filosófica no es hoy, para mí, luchar
contra el poder o contra el centralismo de las instituciones, ni “empoderar” a
subalternos o a periféricos, ni “descontruir” al amo eurofalologocéntrico, ni
“decolonizar” a los pueblos. Todo eso ha sido hecho, en mayor o menor medida,
por el propio proceso capitalista occidental moderno. La práctica crítica de la
filosofía es la de la resistencia del sujeto ante la avasallante violencia de la
circulación ilimitada de lo mismo o del más-de-lo-mismo, la adaptación, la
funcionalidad, la pragmática, la máquina tecno-económica global, etc. Entonces
podemos trazar retroactivamente, siempre retroactivamente, sus antecedentes: la
metafísica platónica, Agustín, Descartes, Kant, el idealismo alemán y Hegel,
Marx, el psicoanálisis (Freud y Lacan), y podemos seguir.
4. ¿Cuál o cuáles de tus libros son los que han tenido
más impacto?
No tengo la
menor idea. Aunque puedo decir que el que más me impactó a mí fue el último.
Comentarios